Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1064
Legislatura: 1884-1885 (Cortes de 1884 a 1886)
Sesión: 6 de marzo de 1885
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Ministro de la Gobernación
Número y páginas del Diario de Sesiones: 104, 2686
Tema: Modus vivendi con Inglaterra

Como eso no ha pasado jamás, como eso es contra la cortesía que se deben uno y otro Cuerpo Colegislador, ni las oposiciones lo podemos consentir, ni tengo la seguridad de que lo ha de permitir el Sr. Presidente. (El Sr. Ministro de la Gobernación: ¿En qué ley está prohibido eso?). En la ley de relaciones de los Cuerpos Colegisladores, en el art. 7º, que dice así: "Mientras esté pendiente en alguno de los Cuerpos Colegisladores algún proyecto de ley (y está pendiente el proyecto de ley de que se trata, mientras no concluya la Comisión), no puede hacerse en el otro ninguna propuesta sobre el mismo objeto". ¿Está pendiente o no está pendiente el proyecto de ley presentado por el Gobierno, mientras dure la Comisión y no dé su segundo dictamen, sí o no? El Rey os ha autorizado para que presentéis un proyecto a la Cámara: rechazadlo o aprobadlo; pero no podéis hacer lo que estáis haciendo.

Ni tampoco se puede suspender a voluntad, porque hay otro artículo en esta ley de relaciones entre los Cuerpos Colegisladores, el 8º, que antes cité, y que dice lo siguiente: "Cada uno de los Cuerpos Colegisladores puede suspender en cualquier estado los proyectos de ley que le hayan sido propuestos por los individuos de su seno; pero no puede dejar de discutir y votar los que le hayan sido remitidos por el Rey o por el otro Cuerpo Colegislador". Y es natural y lógico este precepto, porque es cuestión de cortesía: se permite la suspensión para proyectos de ley presentados por el Gobierno o enviados por la otra Cámara. Y el que no puede hacer lo menos, ¿cómo ha de poder hacer lo más, Sr. Ministro de la Gobernación? Conteste, ya que S.S. es tan aficionado a ese argumento.

Por consiguiente, insisto en que S.S. es el regidor del Ayuntamiento al mantener tenazmente una opinión absurda y de cuya defensa no hay necesidad ahora. Si ya sabemos lo que va a pasar, ¿por qué no se ha de decir? ¿Qué inconveniente hay, en último término, si el Sr. Ministro de Estado se ha convencido de su error al presentarnos reunidas estas materias, en que diga "hice mal" y cante "el yo pecador?" Porque la verdad es, Sres. Diputados, que en todo este barullo estamos metidos sin más que por una cuestión de amor propio que no vale la pena. Yo quiero mucho al Sr. Ministro de Estado y me intereso por su amor propio; pero me intereso mucho más por la dignidad de las Cortes y por el cumplimiento del Reglamento. Tenga valor S.S., ya que tantos valores ha tenido el Sr. Ministro de Estado; tenga valor para confesar que en este punto ha sido vencido, y resígnese S.S., que al fin y al cabo lo hecho no tiene remedio; pues si S.S. quiere continuar en este puesto, tiene que hacerlo a costa de su resignación, y no es cosa, Sr. Ministro de Estado, de que nosotros vayamos a pagar los vidrios rotos. (Risas). [2686]



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